Esta sección ofrece una descripción general de las pruebas de coagulación que actualmente se utilizan clínicamente y las que se encuentran en desarrollo para diagnosticar y monitorear la eficacia del tratamiento en pacientes con determinados trastornos hemorrágicos.
Las pruebas coagulométricas ofrecen una evaluación global de la función de la coagulación y se suelen utilizar comúnmente para evaluar a pacientes con sospecha de anomalías hemorrágicas o monitorear la terapia anticoagulante.
Las pruebas cromogénicas emplean sustratos de color o fluorescentes para cuantificar el nivel y la actividad o función enzimática de factores de la coagulación específicos.
Las pruebas de coagulación globales se pueden emplear para caracterizar algunos trastornos hemostáticos y monitorear los efectos del tratamiento. Entre los métodos se incluyen pruebas viscoelásticas, pruebas de generación de trombina y análisis de forma de onda de transmitancia, una variante de las pruebas de coagulación de una etapa.
Los anticuerpos inhibidores pueden cuantificarse mediante la prueba Bethesda. La presencia de anticuerpos antifosfolípidos se puede confirmar o excluir mediante la prueba de anticoagulante lúpico.
Las pruebas plaquetarias son útiles no solo para diagnosticar diátesis hemorrágicas atribuibles a un mal funcionamiento plaquetario, sino también para monitorear el efecto de medicamentos antiplaquetarios.
Se puede realizar la caracterización del defecto genético molecular subyacente para los distintos trastornos de la coagulación congénitos en laboratorios especializados.